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Me han llamado poderosamente la atención algunos comentarios, que consideran que el lamentable acoso al que se está sometiendo a la concejala Olvido se lo ha buscado ella, ya que los cargos públicos están para dar ejemplo y si esta mujer hubiera tenido dos dedos de frente habría hecho esas cosas en su casa.
¿Pero qué coño de dar ejemplo?. Para admitir eso, habría que reconocer que hay una moral correcta y otra incorrecta… y para más guasa, habría que partir de la base de que la correcta es la sexualmente represiva moral judeocristiana, y esa es una premisa de partida inadmisible.
Esa mujer puede disponer libremente de su cuerpo y vivir sus relaciones como le plazca, el considerar que se tiene merecido lo que le está pasando por no haber sido discreta, parte de la base de que tiene que esconderse, porque está haciendo algo sucio.
Esa premisa , aparte de totalmente inadmisible, nos demuestra hasta qué punto en este país la moral católica se sigue considerando con derecho a juzgar y masacrar a las personas, y como los practicantes de dicha religión vapulean impunemente a los ciudadanos que osan no vivir según sus estrechas reglas.
Por si a alguien se le ha olvidado, vivimos en un Estado aconfesional, en el que ninguna religión tiene el más mínimo derecho a imponernos sus restrictivas y absurdas normas morales.
Suficiente tolerancia tenemos con ellos permitiéndoles pasear sus muñecos por las calles, y ocupar la vía pública con sus manifestaciones folclóricas, para que enciman quieran avasallarnos y obligarnos a vivir según sus estúpidas normas inventadas.
Ya hemos tolerado demasiado, ya hemos contemporizado demasiado con ellos, ha llegado el momento de no pasar ni una más. No es de recibo que parte de la izquierda siga buscando fórmulas para contentar a estas mentes medievales, ha llegado el momento de la ruptura total. No podemos consentir ni una sola concesión más a quienes pretenden controlar y avasallar nuestras vidas privadas, incluso nuestras mentes.
Hemos de exigir la revocación de todos los privilegios que acumula esta institución en nuestro país, sin transiciones, sin medias tintas. No podemos seguir cayendo en la trampa de los cálculos electorales, no podemos seguir cediendo en cuestiones que deberían ser innegociables para una fuerza política de izquierdas.
Si ellos siguen atacando y mancillando nuestras creencias y nuestra forma de ver la sociedad… que no se quejen porque empecemos a atacar las suyas con saña.
O nos dejan vivir tranquilos y en paz, o por mi parte al menos, tendrán la guerra que están buscando.
Raúl Martín Fernández