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La realidad es tozuda, y al final sucedió lo evidente: las elecciones catalanas se han saldado con una reordenación interna de los bloques, pero sin ningún cambio en el equilibrio, todo el desplazamiento de votos se ha producido en el interior de cada bloque.
Era muy previsible que el votante independentista no cambiase hacia un partido constitucionalista (ni viceversa), la gran apuesta de los segundos consistía en conseguir una muy elevada participación, ya que según su teoría, los nacionalistas gobiernan gracias a que una mayoría de votantes que no se sienten identificados con las instituciones catalanas se quedan en casa… pues bien, se ha incrementado mucho la participación, ha sido la más alta registrada jamás en unas elecciones en España (superior incluso a las generales de 1982), y aún así se ha mantenido la mayoría independentista. Es decir, que entre la gente que se quedaba en casa había de todo, era falso el mantra de la “mayoría silenciosa”.
Es por tanto muy relativo el “histórico éxito” de Ciudadanos por tres razones:
- La primera es que lo que ha logrado subir ha sido arañando votos a sus compañeros de viaje (principalmente al PP, al que ha estado cerca de hacer extraparlamentario).
- La segunda es que el voto nuevo que ha movilizado lo ha conseguido mediante un incremento de tensión que ha movilizado por igual a sus adversarios… así se explica que con el incremento de participación el equilibrio entre bloques se haya mantenido.
- La tercera es que es falso que sea la primera vez que un partido no nacionalista consigue ser el más votado en unas autonómicas, ese hito corresponde al PSC, aunque ahora se quiera silenciar para agrandar la “épica” de Ciudadanos.
Los dos bloques se mantienen, y como era también previsible en un ambiente de crispación, el mordisco se lo llevan los “comunes”, y es que no suele ser bueno para la salud estar en medio del fuego cruzado, veremos si son capaces de jugar con inteligencia los ocho escaños que han sido capaces de retener, y usarlos como puente para establecer una línea de entendimiento inter-bloques.
De su habilidad dependerá el que se logre romper el círculo actual o que quedemos encerrados en el bucle infinito de la confrontación nacionalista hispano-catalana. (Por cierto, y para todos los visionarios que veían en este asunto una especie de “revolución social”, ambos bloques claramente liderados por partidos de derechas).
Y hasta aquí, damas y caballeros, la función del 155… forzar a la gente a que vote solo podía tener un resultado: que la gente vuelva a votar lo mismo. Este es el tablero, y por muchas veces que volvamos a tirar los dados, esto es lo que va a salir, así que, y lo repito por enésima vez, abandonemos los sueños de imposición de un bloque sobre otro, de ésta solo salimos mediante negociación y acuerdos.
Raúl Martín Fernández